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Didascálicos

Una de las relaciones más directas que pueden trazarse entre literatura y vida es, posiblemente, la representación teatral. Cuerpo y espíritu en un juego múltiple de representaciones a través de esas dimensiones físicas que “las tablas” han estipulado. Cuerpo y espíritu en una amalgama soñada, que no podemos aquí reproducir de forma completa.

Podemos, eso sí, modestamente, ofrecerles desde nuestra revista el recurso de deleitarse con los diálogos de esos actores que se refugiaran en la imaginación del lector pidiendo acaso como Próspero en el final de la tempestad de Shakespeare, aplauso e indulgencia:

“…Liberadme de mis prisiones

Con ayuda de vuestras propias manos.

Vuestro delicado aliento mis velas deben hinchar…” 

(IV, 1) 

Caca blanca

“Lo difícil, no es morir, sino mantenerse vivo”

 

(Andrea e Ignacio aspiran y suspiran agitados.)

IGNACIO: ¡Sos una imbécil!... ¿Por qué no te diste cuenta? ¡Mirá! ¡Mirá dónde estamos!... ¡Mirá dónde estamos!

ANDREA: ¡Bueno callate! Que me ponés nerviosa.

IGNACIO: ¿Que te pongo nerviosa? Con lo que hiciste, debiste ponerte así antes. Ahora… ¡Gila, por tu culpa estoy acá! 

ANDREA: Aahhh ¿Qué te pasa? ¿Te ponés nervioso? Reaccioné así porque vos te quedaste como un monolito romano, siempre a la defensiva… ¡pero hoy inmóvil! 

IGNACIO: ¡Pará!... ¡Correte Andrea!  ¡Pará!... ¡No tanto! (Con fastidio.) ¡Vení más cerca!  ¡Dale!

ANDREA: (Enojada.) No me toques. Porque todo este quilombo, lo creaste vos anteriormente por darte manija con la prostituta de Yamila que te querías traer… (Mira a Ignacio que baja la cabeza.) No te pongas mal, Ignacio, por más que seas un ternero, te quiero y lo volvería hacer...

IGNACIO: (Animado.) ¿A vos te fue gracioso, no?

ANDREA: (Sonríe.) uff, no sabés. ¿Viste al chabón que se te hacía el malo, y cómo le frene el carro? ¡Por dio’!  Una izquierda, una derecha...

IGNACIO: Una al centro y gol ¡Papá!

ANDREA: ¡Ja! Al final me sirvieron todas las luchas que vi en “Titanes en el ring”... Y todas esas veces qué te fajé.

IGNACIO: Gracias Andrea, pero sé más femenina, o por lo menos, más dulce.

ANDREA: Vení que te abrazo.

(Los hermanos se abrazan. Andrea articula su cara advirtiendo un olor desagradable.)

 

2

 

ANDREA: Ja ja ja, mmm… ¿Qué te pasó? ¿El abrazo te fletó las entrañas?

IGNACIO: Ja ja ja ¿Qué decís? De los nervios te lo creo, pero no me paso nada a mí.

ANDREA: ¡Ay carajo, pisaste un sorete!

(Ignacio levanta su pie desnudo y mira con asco el excremento amarronado)

IGNACIO: ¡La re concha de la lora! …y yo pensaba que era barro.

ANDREA: Callate Nachón y prestá atención, que tenemos que permanecer quietos. Por lo menos hasta que amanezca, así no nos atrapan a los dos. Estos no van a tener compasión por extranjeros.

IGNACIO: Encima en este lugar…

ANDREA: (Suspira.) Y si negro, es el mejor lugar, los mexicanos le tienen más miedo a las quintas del ñato, ¿Entendés?, por eso festejan el día de los muertos.

IGNACIO: Gente supersticiosa.

ANDREA: Si ¿no? Dicen que ese día los fiambres vuelven a la vida y piden cambios de tumba, ja ja.

IGNACIO: Ja, ja, ja ya me imagino… Eh, sepulturero… ¿me hacés el cambio? la humedad me mata ja ja.

ANDREA: (Realiza gesto con la nariz.) En serio, que peste.

IGNACIO: Esto tiene que neutralizar el olor de las putrefacciones que nos rodean.

ANDREA: Con más respeto che… fueron gente alguna vez.

IGNACIO: (Asombrado.) ¿Alguna vez fueron gente? ¡Ah, pero por favor! ¿Qué hicieron? ¿Salvaron al mundo? No. ¿Movieron montañas? No. ¿Curaron el cáncer o el SIDA? No. ¿Ganaron un premio? ¿Cuál? ¿Nobel u Oscar? y si lo lograron… ¿Ubi sum? Toda esa vanidad a la basura. La guita que lograron conseguir no les sirve de nada a todos estos… ¡Giles! Perdón, pedazos de carne que ahora se pudren lentamente con los brazos entrecruzados, y si su proceso es rápido, es porque los gusanos blancos hacen su laburo. Van en grupo como una masa pastosa entre cuerpos y se los morfa a todos, los ricos ,los pobres, etc. De nada les sirvió ser sobradores, o tener un laburo estable, no tener un laburo estable, de tener familia, de vivir por los hijos, de tener amantes, todos con el mismo embromado fin.

 

3

 

ANDREA: Nacho, basta.

IGNACIO: No, que ahora estamos acá luchando por tu vida y la mía, yo quiero vivir, porque mi vida es una sola. ¿Por qué te pensás que la conquisté a Yamila? Porque ahí quería vivir la vida, sentir el placer de las caricias de una mujer, que no sea más vieja que yo, cómo vos o mamá. Aparte… ¿por quién pudimos conocer otros lugares fuera de Argentina?

ANDREA: Por vos…

IGNACIO: ¿Ves? Vos no sabés lo que es vivir al máximo. Pero perdonáme Andre, te metí en esto. Lo último que quise fue que nos escondiéramos en este lugar horrible, con muertos a diestra y siniestra. No pensé que llegaría a pasar. De mí no hay problema, pero me olvide de tu vida… sé que asusta el cambio, perturbé tu comodidad, llevándote a todos lados .Pero sin importar las consecuencias, vos todavía estás conmigo, te quiero. Sos una hermana de fierro.

ANDREA: Shhhhhh

IGNACIO: ¿Qué?

ANDREA: ¡Escuchá, mamerto!

(Un grupo de hombres se acercan al lugar.)

HOMBRE 1: Morro, los oí… están por allá.

HOMBRE 2: ¡Vamos chalán! ¡Los vamos a dejar bien como palo de gallinero!

ANDREA: ¡Nacho, Nacho!

IGNACIO: ¿Qué?

ANDREA: Volá cuanto puedas, yo voy por el otro lado. Estamos en la boca del lobo, no podemos escondernos más, están esos aztecas buscándonos.

IGNACIO: ¡Andrea! ¡Fíjate tu mano, tenés algo!

ANDREA: ¿Que tengo? (Mira con asco y repulsión.) ¡Caca con gusanos!

(Ignacio palidece, sintiéndose mareado.)

IGNACIO: (Nauseabundo.) Andre… ¿Hacia dónde vamos? 

 

Cuando Andrea gira para mirar a su hermano, se escucha un disparo. La dramatización surge de una manera lenta, donde la bala encuentra su destino…

 

4

…en la médula hasta la boca de Ignacio.

ANDREA: (Desesperada.) ¡Nacho!... ¡levantáte! ¡gil!  ¡Dale que se dieron cuenta que estamos acá! Nacho… ¡Despertáte! , ¡Dale que nos tenemos que ir!... ¡Ignacio no me asustes!... no te duermas… no te duermas, no te vayas a dormir… ¡Mirá, todavía nos falta Cuba y Trinidad! , dale Nacho… Yami te espera, yo te espero, despertáte por favor, ¡Carajo!, Ignacio, Ignacio…Igna…no estés pesado… ayúdame a moverte...si respirás ninguna masa pastosa te va a quitar lo que soñás.

HOMBRE 1: ¡Ahí están los dos!

ANDREA: (Desanimada.) Nacho, chau…

 

Andrea se aleja corriendo, se escuchan tres disparos, ella cae en una fosa abierta. Suena música de fondo la obra “Sabbat Mater”, mientras el grupo de hombres camina y observa ,en diferentes puntos, a la pareja de hermanos perecer, sabiendo que muy pronto  serán consumidos naturalmente, dejando su existencia atrás ,tornándose nada más que una masa blanda, mórbida, inconsciente, sin vida, ni sueños .Una verdadera caca blanca.

 

 

Escrito por Débora de Castro. Año 2015

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